“Viuda, joven y estanciera”

 

 ‘Y el verano, siempre, el verano de las vacaciones, la libertad … el tiempo solamente de ellos, para ellos … el olor del verano en el aire caliente de las tardes … en las caras … siempre juntos … dueños de su mundo de … esquinas y veredas.’  

¨Deshoras”, Julio Cortázar

  ´Fue construido por un millonario excéntrico…Hay muchas leyendas acerca de ese lugar, pero por suerte las misteriosas y extrañas historias que se cuentan sobre él pertenecen al pasado. O al menos, eso es lo que creías…´ Hilary Milton

Viuda, joven y estanciera

  Estas tardes de calor me recuerdan a las que ya mencioné, las de la infancia en mi casa (porque mamá no quería que fuese a una colonia de vacaciones, algo que también dije) pero si no había aventura impuesta había que se salir a buscarla (el barrio de Villa Pueyrredón no escondía muchos misterios). Así que tenía que hallarla en otros lares, como en los vecindarios aledaños. De Villa del Parque nos separaban varias cuadras y un cruce vial peatonal. Nosotros hacíamos todo ese recorrido al son de la chicharra. La caminata tenía un solo destino, el de la calle Campana a la altura del 3200. Sé que hoy allí, muy cerca de su cúpula vive el Dr. Las Heras. Llegábamos hasta ahí y nuestro objetivo era poder ver, nos poníamos en puntas de pie para adivinar lo que se escondía detrás de la tapia de tablones de madera. Ese era el palacio más cercano al que podíamos acceder, es esa época no nos podíamos ir hasta Castelli a orillas de río salado para ver a ese otro palacete. El de "la joya de los salones porteños" Felicitas (pero parece que ella no estuvo en ese lugar, su construcción es posterior a su feminicidio, él que sí vivió ahí fue su hermano Manuel). Esto de espiar detrás de los tapiales era lo más próximo que podíamos ubicarnos de una edificación arquitectónica que nos remitiera (de lejos, tuviera un aire) a Transilvania o a la tapa del libro “Hotel del terror” de Sudamericana. Y no contaba haber conocido el boliche “Dundee” de Santa Teresita ¡eh! ¿Cómo lo descubrimos? No sé. Pero esa mole emplazada entre casas bajas sería muy extraño no verla. Yo con el paso del tiempo lo use de decorado, como la vivienda para los personajes de mi obra de teatro “Leonora, la princesa vampira”, Laura y Carmilla. Nos quedábamos un rato delante de su fachada. Y volvíamos pateando del “palacio de los bichos”. 



 

A veces cabizbajos y otras deglutiendo algún helado tucán de sabor a menta granizada cuya cremosidad (ya líquida) se escurría por la oblea del cucurucho debajo del bañado.









 





 

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